Si ya se me re colgue...Pero volvi estaba re bago pero bueh todos somos asi.
Aca les dejo la tercera parte del libro
Billy se inclinó hacia adelante mientras se guardaba
cuidadosamente bajo el jersey las chapas de identificación para que no
tintinearan, y se movió con sigilo hasta asomar la cabeza por el canto del asiento
junto al pasillo. Alguien estaba
atravesando la puerta que conectaba un vagón con otro;
alguien delgado, bajo, una chica, o quizá un chico muy joven, cubierto con un
chaleco antibalas de Kevlar y ropa militar de color verde. Billy consiguió
distinguir unas letras en la espalda del chaleco, un S, una T, una A…, y
entonces él o ella desapareció de su vista.
STARS. ¿Habrían enviado un equipo en su búsqueda? No podía
ser, no tan
deprisa. El jeep había volcado hacía cosa de una hora, como
mucho, y los STARS
no tenían relación directa con el ejército, eran una rama
del Departamento de
Policía, nadie los
habría hecho intervenir.
Probablemente su presencia estaría relacionada con los perros que había
visto antes, evidentemente alguna manada salvaje mutante. Normalmente, los
STARS se ocupaban de la mierda local que los polis no podían o no querían
tocar. O quizá hubieran acudido a investigar qué le había pasado al tren.
No importa el porqué, ¿o sí? Tendrán armas, y si
averiguan quién eres, este rato de
libertad será el último. Lárgate de aquí, ahora mismo.
¿Con perros mutantes corriendo por los bosques? No saldría
sin una arma, de ninguna manera. Tenía que haber alguien de seguridad en el
tren, un tipo de
uniforme con una pistola, lo único que tenía que hacer era
buscarlo. Iba a ser arriesgado, con los STARS ahí dentro, pero, bien mirado,
sólo había uno. Si tuviera que…
Billy negó con la cabeza. Ya había visto muerte más que
suficiente en las Fuerzas
Especiales. Si no
podía evitarlo, allí
y en ese
momento, lucharía o escaparía, pero no volvería a matar nunca
más. Al menos no a uno de los buenos.
Billy se puso en pie, inclinado hacia adelante, con las
esposas colgándole de la
muñeca. Primero miraría qué había en ese vagón, luego se
iría alejando del STARS intruso, y vería qué podía encontrar. No tenía sentido
enfrentarse con él si podía evitarlo. Simplemente…
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Tres disparos,
procedentes del vagón de
delante. Una pausa, luego
tres, cuatro más, y después silencio.
Al parecer no todos los vagones estaban vacíos. Sintió que
el nudo en el estómago se le estrechaba aún más, pero no permitió que eso lo
detuviera. Cogió el primer portafolios que encontró y empezó a revolver su
contenido.
En el primer vagón no había vida, pero algo muy malo había
ocurrido allí, de eso no cabía duda.
¿Un choque? No, la estructura no está dañada… ¡y hay mucha
sangre!
Rebecca cerró la puerta a su espalda, aislándose de la
espesa cortina de agua,
y contempló el caos que la rodeaba. El vagón había sido elegante,
con paneles de madera oscura y moqueta cara, lámparas antiguas y papel pintado
con relieves aterciopelados. En ese momento había periódicos, portafolios,
abrigos y bolsos, abiertos y tirados por todas partes. El panorama parecía el
de un choque, y las gotas y las manchas de sangre que cubrían en grandes
cantidades las paredes y los asientos parecían confirmar esa teoría.
Avanzó por el interior del vagón, apuntando con la pistola a
un lado y otro del pasillo. Había unas cuantas lucecitas encendidas, lo
suficiente para ver algo, pero las sombras eran espesas. Nada se movía.
El respaldo de la silla que tenía a la izquierda estaba
manchado de sangre.
Alargó la mano y tocó una de
las manchas. Rápidamente se la limpió en los
pantalones con una mueca de asco. Era fresca.
Luces
encendidas, sangre fresca.
Sea lo que sea lo que ha pasado,
ha ocurrido hace
poco.
¿El teniente Billy quizá? Estaba acusado de asesinato… Pero
a no ser que tuviera toda una banda con él, no parecía probable; la destrucción
era demasiado amplia, demasiado exagerada, más parecida
a un desastre
natural que a una
situación con rehenes.
O como los asesinatos del bosque.
Asintió
mentalmente, respirando hondo.
Los asesinos debían
de haber actuado de nuevo. Los
cuerpos que se habían recuperado estaban desgarrados y mutilados, y las escenas
del crimen seguramente tenían el mismo aspecto que ese vagón de tren, con
sangre por todas partes. Debía salir, hablar por radio con el capitán y llamar
al resto del equipo. Comenzó a volverse hacia la puerta, y dudó.
Primero podría comprobar que el tren es seguro.
Ridículo. Permanecer ahí sola sería una locura estúpida y
peligrosa. Nadie esperaría que revisara la escena de un crimen ella sola, eso
suponiendo que alguien hubiera sido asesinado. Por lo que sabía, también podría
haber habido un tiroteo o algo así y el tren podría haber sido evacuado.
No, eso sí
que es estúpido.
Habría polis por
todas partes, equipos
médicos de urgencias, helicópteros, periodistas… Pasara lo que pasara, soy la primera persona que ha
entrado aquí… y asegurar la escena es la máxima prioridad.
No pudo evitar preguntarse qué dirían los muchachos cuando
vieran que se
las había arreglado sola. Tendrían que dejar de llamarla
«nena». Como mínimo superaría su categoría de novata mucho más de prisa. Podía
echar un vistazo rápido, por encima,
y si algo
parecía aunque fuera
mínimamente peligroso, llamaría
al equipo inmediatamente.
Asintió
mentalmente. De acuerdo.
No tendría problemas
por echar un vistazo. Respiró hondo y comenzó por la
parte delantera del vagón, pisando con cuidado entre el desparramado equipaje.
Cuando alcanzó la puerta de conexión, se armó de valor, la atravesó rápidamente
y abrió la segunda puerta sin darse tiempo para repensárselo.
¡Oh, no!
El primer vagón ya había sido duro, pero allí había gente.
Cinco personas, que pudiera ver desde donde se hallaba, y todos claramente
muertos, con los rostros destrozados por las garras de algo desconocido y los
cuerpos empapados de una oscura humedad. Unos cuantos estaban desplomados sobre
los asientos, como si los hubieran asesinado brutalmente en el sitio que
ocupaban. El olor a
muerte se podía tocar, como el del cobre y las heces, como
la fruta podrida en un día caluroso.
La puerta se cerró automáticamente a su espalda y Rebecca
pegó un brinco,
con el corazón latiéndole con fuerza y vagamente consciente
de que todo eso era demasiado para ella. Tenía que pedir ayuda, pero entonces
oyó los susurros y se
dio cuenta de que no estaba sola.
Apuntó con la
pistola hacia el
pasillo vacío, sin
estar segura de
dónde procedía el sonido y con el corazón funcionándole al doble de
velocidad.
—¡Identifíquese! —dijo, con una voz más firme y autoritaria
de lo que se esperaba. El susurro continuó, estrangulado y distante,
extrañamente apagado en medio del silencioso vagón. Supuso que así sonaría un
asesino loco, murmurando para sí mismo después de disfrutar de una masacre.
Estaba a punto de repetir la orden cuando, sobre el suelo,
hacia la mitad del pasillo, vio el origen del susurro. Era una radio minúscula,
al parecer sintonizada en una emisora AM de noticias. Fue hacia ella, aturdida
por el alivio. Después de todo, sí que estaba sola.
Bueno aca termina el tercer capitulo del libro.si me acuerdo subire mas pronto