4 de octubre de 2011

Resident Evil Hora Cero(parte 2)

Aca les traigo la segunda parte de resident evil hora cero.que la disfruten...

Billy estaba sentado en el suelo entre dos filas de asientos e intentaba abrir las esposas con un clip el jeep había volcado, pero a no ser que quisiera pasearse con un brazalete ruidoso e incriminatorio que había encontrado tirado. Una de las esposas, la derecha, estaba suelta. Se había roto cuando, tenía que librarse de la otra.
Librarme  de ella  y salir de aquí  a toda prisa,  pensó, hurgando el cierre con la delgada  pieza  de  metal.  No  alzaba  la  vista;  no  necesitaba  recordar  dónde  se hallaba, no hacía ninguna falta. El aire estaba cargado de olor a sangre, que se encontraba por todas partes, y aunque en el vagón de tren en el que había entrado no había cuerpos, no tenía ninguna duda de que los otros vagones estaban llenos.
Los perros, han tenido que ser esos perros…, aunque, ¿quién los habrá azuzado?
El mismo tipo que habían visto en el bosque. Tenía que ser él. El tipo que se
había plantado delante del jeep y hecho que se estrellaran después de perder el control. Billy había salido bien parado, y excepto por unos cuantos morados, estaba ileso.  Pero  los  policías  militares  que  lo  escoltaban,  Dickson  y  Eider,  habían quedado atrapados bajo el vehículo volcado, aunque seguían vivos. Al hombre que los había hecho parar, fuera quien fuera, no se lo veía por ninguna parte.
Habían sido un par de minutos temibles, de pie en la creciente oscuridad, mientras el olor cálido y aceitoso de la gasolina le daba en la cara e intentaba tomar una decisión: ¿salir corriendo o pedir ayuda por la radio? No quería morir, no merecía morir, a no ser que ser confiado y estúpido fuera una ofensa que mereciera la muerte. Pero tampoco podía dejar a esos hombres atrapados bajo una tonelada de metal retorcido, heridos y semiinconscientes. La elección que habían hecho, tomar un camino de tierra que atravesaba los bosques hasta la base, significaba que podía pasar mucho tiempo antes de que alguien los encontrara. Sí, era cierto que lo llevaban ante el pelotón de ejecución, pero sólo estaban cumpliendo órdenes, no era nada personal, y ellos merecían morir tan poco como él.
Había decidido optar por una solución intermedia: pediría ayuda por la radio y luego saldría corriendo a toda pastilla… Pero entonces llegaron los perros. Tres cosas grandes, húmedas y horrorosas, y no había tenido más opción que correr
para salvarse, porque notó algo muy, muy raro en esos bichos; lo notó incluso antes de que atacaran a Dickson, antes de que le destrozaran el cuello con los dientes mientras lo arrastraban hasta sacarlo de debajo del jeep.
Billy pensó que había oído un clic e intentó abrir la esposa, pero dejó escapar
un bufido entre dientes al ver que el cierre de metal se negaba a abrirse. Maldito trasto. Había encontrado el clip por casualidad, aunque había cosas tiradas por todos lados, papeles, bolsas, abrigos, objetos personales, y casi todas estaban manchadas de sangre. Quizá encontraría algo más útil que el clip si buscaba con
más calma, pero eso significaría quedarse en el tren, lo cual no tenía ninguna pinta de ser una buena idea. Por lo que sabía, incluso podía ser ahí donde vivían esos perros, quizá se  escondieran allí con el  estúpido chalado que se  lanzaba ante coches en movimiento. Sólo había subido al tren para esquivar a los perros, para tranquilizarse y pensar cuál sería su próximo movimiento.
Y resulta  que este tren  es el Expreso del Matadero  —pensó mientras meneaba la cabeza—. Esto sí que es salir del fuego para caer en las brasas.
Cualquiera que fuera la mierda que pasaba en esos bosques, él no quería
formar parte. Se sacaría las esposas, buscaría algún tipo de arma, quizá cogiera una cartera o dos entre todo ese equipaje manchado de sangre —estaba seguro que a los dueños ya no les importaría— y regresaría a la civilización. Y luego a Canadá, o quizá a México. Nunca antes había robado, tampoco nunca había pensado en abandonar el país, pero llegado a ese punto tenía que pensar como un criminal, sobre todo si tenía intención de sobrevivir.
Oyó truenos, luego el suave golpeteo de la lluvia sobre algunas de las ventanas rotas. Los golpecitos se convirtieron en un repiqueteo estruendoso. El aire
con olor a sangre se hizo menos espeso cuando una ráfaga de viento entró por uno de los vidrios destrozados. Magnífico. Al parecer tendría que hacer una excursión en medio de una tormenta.
—Lo que sea —murmuró, y tiró el inútil clip contra el asiento que estaba ante él. La situación ya se había fastidiado todo lo posible, así que dudaba que pudiera empeorar.
Billy se quedó inmóvil, conteniendo la respiración. La puerta exterior del
vagón se estaba abriendo. Pudo oír el roce del metal; la lluvia sonó más fuerte durante un instante, y luego igual que antes. Alguien había subido.
¡Mierda!
¿Y si era el loco con los perros?
¿Y si alguien ha encontrado el jeep?
Sintió un pesado nudo en el estómago. Podría ser. Tal vez alguien de la base
había decidido coger la carretera secundaria esa noche; quizá ya hubieran avisado, al ver el accidente y enterarse de que debía haber un tercer ocupante, un hombre camino de su ejecución.
Incluso podría ser que ya lo estuvieran buscando.
No se movió; se quedó escuchando atentamente los movimientos de quien fuera que había entrado desde la lluvia. Durante unos segundos no oyó nada, luego un paso silencioso, luego otro y otro más. Se alejaban de él, dirigiéndose
hacia la parte delantera del vagón.
La segunda parte es mas corta(en realidad lo edite un poco)pero igual queda lo mas importante

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