Aca les traigo la segunda parte de resident evil hora cero.que la disfruten...
Billy estaba sentado en el suelo entre dos filas de asientos
e intentaba abrir las esposas con un clip el jeep había volcado, pero a no ser
que quisiera pasearse con un brazalete ruidoso e incriminatorio que había
encontrado tirado. Una de las esposas, la derecha, estaba suelta. Se había roto
cuando, tenía que librarse de la otra.
Librarme de ella y salir de aquí a toda prisa,
pensó, hurgando el cierre con la delgada
pieza de metal.
No alzaba la
vista; no necesitaba
recordar dónde se hallaba, no hacía ninguna falta. El aire
estaba cargado de olor a sangre, que se encontraba por todas partes, y aunque
en el vagón de tren en el que había entrado no había cuerpos, no tenía ninguna
duda de que los otros vagones estaban llenos.
Los perros, han tenido que ser esos perros…, aunque, ¿quién
los habrá azuzado?
El mismo tipo que habían visto en el bosque. Tenía que ser
él. El tipo que se
había plantado delante del jeep y hecho que se estrellaran
después de perder el control. Billy había salido bien parado, y excepto por
unos cuantos morados, estaba ileso.
Pero los policías
militares que lo
escoltaban, Dickson y
Eider, habían quedado atrapados
bajo el vehículo volcado, aunque seguían vivos. Al hombre que los había hecho
parar, fuera quien fuera, no se lo veía por ninguna parte.
Habían sido un par de minutos temibles, de pie en la
creciente oscuridad, mientras el olor cálido y aceitoso de la gasolina le daba
en la cara e intentaba tomar una decisión: ¿salir corriendo o pedir ayuda por
la radio? No quería morir, no merecía morir, a no ser que ser confiado y
estúpido fuera una ofensa que mereciera la muerte. Pero tampoco podía dejar a
esos hombres atrapados bajo una tonelada de metal retorcido, heridos y
semiinconscientes. La elección que habían hecho, tomar un camino de tierra que
atravesaba los bosques hasta la base, significaba que podía pasar mucho tiempo
antes de que alguien los encontrara. Sí, era cierto que lo llevaban ante el
pelotón de ejecución, pero sólo estaban cumpliendo órdenes, no era nada
personal, y ellos merecían morir tan poco como él.
Había decidido optar por una solución intermedia: pediría
ayuda por la radio y luego saldría corriendo a toda pastilla… Pero entonces
llegaron los perros. Tres cosas grandes, húmedas y horrorosas, y no había
tenido más opción que correr
para salvarse, porque notó algo muy, muy raro en esos
bichos; lo notó incluso antes de que atacaran a Dickson, antes de que le
destrozaran el cuello con los dientes mientras lo arrastraban hasta sacarlo de
debajo del jeep.
Billy pensó que había oído un clic e intentó abrir la
esposa, pero dejó escapar
un bufido entre dientes al ver que el cierre de metal se
negaba a abrirse. Maldito trasto. Había encontrado el clip por casualidad,
aunque había cosas tiradas por todos lados, papeles, bolsas, abrigos, objetos
personales, y casi todas estaban manchadas de sangre. Quizá encontraría algo
más útil que el clip si buscaba con
más calma, pero eso significaría quedarse en el tren, lo
cual no tenía ninguna pinta de ser una buena idea. Por lo que sabía, incluso
podía ser ahí donde vivían esos perros, quizá se escondieran allí con el estúpido chalado que se lanzaba ante coches en movimiento. Sólo había
subido al tren para esquivar a los perros, para tranquilizarse y pensar cuál
sería su próximo movimiento.
Y resulta que este
tren es el Expreso del Matadero —pensó mientras meneaba la cabeza—. Esto sí
que es salir del fuego para caer en las brasas.
Cualquiera que fuera la mierda que pasaba en esos bosques,
él no quería
formar parte. Se sacaría las esposas, buscaría algún tipo de
arma, quizá cogiera una cartera o dos entre todo ese equipaje manchado de
sangre —estaba seguro que a los dueños ya no les importaría— y regresaría a la
civilización. Y luego a Canadá, o quizá a México. Nunca antes había robado,
tampoco nunca había pensado en abandonar el país, pero llegado a ese punto
tenía que pensar como un criminal, sobre todo si tenía intención de sobrevivir.
Oyó truenos, luego el suave golpeteo de la lluvia sobre
algunas de las ventanas rotas. Los golpecitos se convirtieron en un repiqueteo
estruendoso. El aire
con olor a sangre se hizo menos espeso cuando una ráfaga de
viento entró por uno de los vidrios destrozados. Magnífico. Al parecer tendría
que hacer una excursión en medio de una tormenta.
—Lo que sea —murmuró, y tiró el inútil clip contra el
asiento que estaba ante él. La situación ya se había fastidiado todo lo
posible, así que dudaba que pudiera empeorar.
Billy se quedó inmóvil, conteniendo la respiración. La
puerta exterior del
vagón se estaba abriendo. Pudo oír el roce del metal; la
lluvia sonó más fuerte durante un instante, y luego igual que antes. Alguien
había subido.
¡Mierda!
¿Y si era el loco con los perros?
¿Y si alguien ha encontrado el jeep?
Sintió un pesado nudo en el estómago. Podría ser. Tal vez
alguien de la base
había decidido coger la carretera secundaria esa noche;
quizá ya hubieran avisado, al ver el accidente y enterarse de que debía haber
un tercer ocupante, un hombre camino de su ejecución.
Incluso podría ser que ya lo estuvieran buscando.
No se movió; se quedó escuchando atentamente los movimientos
de quien fuera que había entrado desde la lluvia. Durante unos segundos no oyó
nada, luego un paso silencioso, luego otro y otro más. Se alejaban de él,
dirigiéndose
hacia la parte delantera del vagón.
La segunda parte es mas corta(en realidad lo edite un poco)pero igual queda lo mas importante
quiero mas...quiero mas....
ResponderBorrarsi me re colgue ahora subo
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